馃尯 “El fuego de la luna”
Una historia sobre transformación, sabiduría y renacimiento
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos antiguos, vivía Yuma, una mujer tejedora de historias y sueños. Su cabello, antes negro como la obsidiana, ahora brillaba como la ceniza plateada del volcán. Yuma había entrado en la etapa que las abuelas llamaban “el fuego de la luna”: la menopausia.
Durante años, Yuma había guiado a jóvenes en sus primeros sangrados, celebrando la llegada del ciclo con cantos y danzas. Pero ahora, era su cuerpo el que cambiaba. Los calores la visitaban como llamaradas repentinas, su sueño se volvía ligero como el vuelo del colibrí, y su ánimo danzaba entre la risa y la nostalgia.
Una noche, mientras tejía bajo la luna llena, su nieta Iyari se le acercó.
—Abuela, ¿por qué ya no bailas en las lunas nuevas?
Yuma sonrió y le ofreció un hilo rojo brillante.
—Porque ahora bailo con otro ritmo, hija del sol. Mi cuerpo ya no sangra, pero canta. Canta con la voz de todas las mujeres que han cruzado este umbral antes que yo.
Iyari la miró con asombro.
—¿Y no te da miedo?
—Al principio sí —respondió Yuma—. Pero luego entendí que la menopausia no es el fin, sino el comienzo de una nueva danza. Es el tiempo de la sabiduría, del fuego interno que no necesita permiso para arder.
Desde entonces, cada 18 de octubre, el pueblo celebra el Día del Fuego de la Luna. Las mujeres de todas las edades se reúnen, comparten historias, se pintan las manos con henna y bailan alrededor del fuego. Porque en ese círculo, la menopausia no es tabú, es honra. Es el momento en que las mujeres se convierten en guardianas del conocimiento
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